Fabada asturiana auténtica con chorizo y morcilla​

La historia de la fabada asturiana

La fabada asturiana es un plato emblemático de la región de Asturias, en el norte de España. Su origen se remonta al siglo XVI, cuando los campesinos necesitaban un alimento sustancioso que les proporcionara energía para sus arduas jornadas de trabajo en el campo. Con el tiempo, este guiso de legumbres se ha convertido en un símbolo de la cultura asturiana, representando la calidez de la gastronomía rural y las tradiciones familiares.

Tradicionalmente, la fabada se elabora en ocasiones especiales y durante las festividades, lo que la convierte en un plato que une a las familias. Es común disfrutarla en celebraciones como la Navidad, donde cada hogar tiene su propia receta, transmitida de generación en generación. La combinación de ingredientes locales, como el chorizo y la morcilla asturiana, le confiere un sabor único e inconfundible.

Más allá de su sabor y tradición, la fabada asturiana es un reflejo de la riqueza agrícola de Asturias. Las fabes, o judías asturianas, son un tipo de legumbre que se cultiva en la región y es fundamental en la dieta local. Gracias a su textura cremosa y su capacidad de absorber los sabores de los embutidos, este plato se ha ganado un lugar especial en la mesa de muchos españoles.

Consejos para una fabada perfecta

Para asegurarte de que tu fabada asturiana quede excepcional, es fundamental elegir ingredientes de calidad. Opta por fabes de Asturias, ya que su sabor y textura son insuperables. También, selecciona un buen chorizo y morcilla asturiana, preferiblemente de productores locales, para garantizar un auténtico sabor regional.

Otro consejo clave es el tiempo de cocción. La fabada requiere una cocción lenta y a fuego bajo para que las legumbres se ablanden y absorban todos los sabores de los embutidos. No tengas prisa; una cocción prolongada es lo que brinda esa textura cremosa tan deseada. Recuerda también ajustar la sal al final, ya que los embutidos ya aportan un toque salado.

Por último, no dudes en experimentar con los acompañamientos. Aunque la fabada es un plato contundente por sí sola, puedes servirla con un buen pan rústico para disfrutar de cada bocado. Algunos también optan por un toque de perejil fresco o un chorrito de aceite de oliva virgen extra al momento de servir, lo que le añade un matiz fresco y aromático.

Variaciones regionales de la fabada

Aunque la fabada asturiana es la más conocida, existen variaciones en otras regiones de España que valen la pena explorar. Por ejemplo, en algunas zonas de León se prepara un guiso similar llamado 'fabes con almejas', que combina las legumbres con mariscos, ofreciendo un contraste de sabores marinos. Cada variante refleja la riqueza culinaria de su región y los ingredientes disponibles localmente.

En Galicia, se puede encontrar la 'fabada gallega', que incluye chorizo y lacón, y se caracteriza por su sabor más ahumado. Estas diferencias no solo enriquecen la gastronomía española, sino que también invitan a los comensales a descubrir y disfrutar de nuevas experiencias culinarias a partir de un mismo ingrediente base: la fabes.

Cómo almacenar y recalentar la fabada

Si te sobra fabada, ¡no te preocupes! Este plato se conserva muy bien en la nevera. Coloca la fabada en un recipiente hermético y guárdala en el refrigerador, donde se mantendrá fresca durante 3 a 4 días. También puedes congelarla, y al hacerlo, te recomiendo dividirla en porciones más pequeñas para facilitar su descongelación y recalentamiento.

Al recalentar, es mejor hacerlo a fuego lento en una olla. Añade un poco de agua si es necesario, ya que las legumbres pueden absorber líquido al reposar. Así, lograrás que el guiso vuelva a tener la textura cremosa y el sabor intenso que lo caracteriza. Evita el microondas si quieres preservar su consistencia y sabor, ya que puede desnaturalizar la experiencia de este delicioso plato.